viernes, 24 de julio de 2009

Soldados del futuro





El soldado del futuro entra en escena con el asalto a Bagdad
Washington despliega el proyecto «Land Warrior 1.0» de combate urbano, que convierte a su infantería en «droides» casi invencibles.
Varios sistemas del programa OFW diseñados para el proyecto «Land Warrior 1.0» han sido proporcionados a las unidades de elite de EE UU que se preparan para tomar Bagdad, según un informe remitido a LA RAZÓN por el Comando Biológico y Químico estadounidense con base en Natick (Massachusetts). Con estos dispositivos, las tropas multiplican varias veces su capacidad de matar, convirtiéndose en «droides» invulnerables.

El laboratorio óptico de Fort Belvoir (Virginia) ha equipado a las compañías que lanzarán la ofensiva urbana sobre Bagdad con un arma que les convierte en una suerte de droides casi invencibles ante cualquier situación: de día o de noche, en terrenos desconocidos o laberínticos, aislados o junto a sus unidades, bajo fuego enemigo o ante una lluvia bacteriológica o química de proporciones devastadoras. Las fuerzas de tierra estadounidenses están equipadas con al menos tres sofisticados sistemas desarrollados en los centros de Fort Polk (Los Ángeles, California), Fort Belvoir (Virginia) y en Natick, todos ellos bajo mando del Comando Biológico y Químico de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos (SBCCOM).
«El proyecto Objetive Force Warrior (OFW) se transformará en el Land Warrior en 2010, pero hay programas que se encuentran ya a disposición de nuestras fuerzas», asegura a LA RAZÓN Jerry Whitaker, jefe de la Oficina de Información del Comando de Sistemas de Natick. «Empleamos toda la tecnología necesaria para convertir al soldado en un arma más letal, capaz de sobrevivir en todo tipo de escenarios. No se trata de reemplazarle, sino de revolucionar su capacidad al máximo», añade Whitaker.
Guerra urbana
Según los informes remitidos a este diario por el SBCCOM, parte del contingente norteamericano cuenta con un potente dispositivo de combate ¬compuesto por cámaras infrarrojas que cuadruplican la visión humana y láseres capaces de localizar objetivos invisibles y detectar si son amigos o enemigos¬ que fue probado con éxito en Afganistán, una mínima punta del iceberg del programa OFW, cuyo último fin es com- pletar la versión 1.0 del «Land Warrior»: el soldado del futuro, lo más parecido a un robot de combate.
El resto del proyecto, en el que participan múltiples agencias de tecnología militar y dos gigantescos consorcios armamentísticos ¬Eagle Enterprises, subsidiaria de la aeroespacial General Dynamics, y el coloso Exponent Inc¬, sorprende incluso a sus propios creadores, que trabajan contrarreloj para acelerar la entrega de un prototipo definitivo, en principio previsto para 2004, pero que Washington desea cuanto antes en la mesa del Despacho Oval ante la guerra casa por casa que se prevé en la toma de Bagdad.
La compleja versión del «Land Warrior 1.0», incluye armaduras impenetrables de menos de 22 kilos, que proveen de una protección casi absoluta a las tropas ante ataques balísticos, ambientales, químicos o bacteriológicos; cascos herméticos cuyos visores integrados y computerizados permiten ver en cualquier circunstancia; armas de gran precisión y capacidad ilimitada; esqueletos externos capaces de incrementar la agilidad y convertir al soldado en un robot de movimientos felinos, en «tigres del combate», como los califica Darpa (Defense Advanced Research Projects Agency), la agencia que diseña los componentes y que fue precursora de internet.
Otro de los subsistemas indetectables del «Land Warrior 1.0» con que cuentan los marines en Iraq es el dispositivo computerizado de radio, que permite a las tropas estar en permanente contacto con su unidad, evitando el aislamiento de los soldados en las misiones nocturnas e incrementando la sensación del individuo de que forma parte de una unidad aunque esté solo y perdido.
Las tropas a las que se ha distribuido este equipo cuentan con una diminuta radio numérica emisor-receptor que facilita que el resto de su unidad pueda escucharle incluso en condiciones de alta contaminación acústica e inclusive si el soldado se ve obligado a susurrar al advertir presencia enemiga. Un potente lector de oscilaciones craneales capta las vibraciones de la voz emisora y logra duplicarlas y transmitirlas. Los marines que disponen de este dispositivo pueden escuchar la voz de sus compañeros a través de auriculares y el sonido exterior gracias a dos micrófonos que cortan su emisión al detectar un ruido violento para proteger los tímpanos del individuo.




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